jueves, 22 de mayo de 2008

miércoles, 21 de mayo de 2008

El calendario, que cambia de hojas rápidamente, marca 13 de agosto de 2005. Suena el teléfono y todo se congela, escucho palabras, las más contundentes: “Ha muerto”.

El mundo se vuelve un glaciar redondo con los polos achatados... flotante, frío, inhóspito y completamente blanco. Y aunque es un mundo lleno, llenísimo de gente, estoy infinitamente sola.

Llueve y siento estacas de hielo cruzándome en todas direcciones: en cuanto me penetran, me vuelven también de hielo, me siento ajena a lo que está y veo, excepto a ti que me dueles; y aunque todo es frío, y aunque me crujen los huesos, y aunque sangro, este es un dolor diferente de todos, es como el hielo que me rodea, como el que soy: puro y blanco.

Me dueles porque te amo, me dueles porque de ti sólo quedará la ausencia.

¿Entiendes lo que significa nunca más?, mejor dicho, ¿lo entiendo yo? Nunca más tus ojos, tus manos... ya nunca más de carne, ya nunca más habitados, ya nunca más conmigo.

Quizá algún día el hielo volverá a ser agua, quizá entonces podré llorar y llorar hasta descongelarme y fluir por delgados y largos cauces, cauces como cabellos a los que los rayos del sol quemarán con fuerza para que, por fin, pueda evaporarme.

Te extraño tanto...