jueves, 13 de septiembre de 2007

El recuerdo de unos ojos

Creo que me enamoro facilmente, tal vez más de la idea que de la realidad o, quizá, deseo tanto querer que me invento sentimientos... lo sospecho porque tras haber terminado y con el paso del tiempo, tengo la sensación de que realmente no estuve enamorada... así sucede hasta que sobreviene un nuevo encuentro. ¡Que confuso!
Pero eso sí, tengo algunas certezas... sé que de los ojos sí me he enamorado, de eso no me cabe la menor duda. Me ha pasado algunas veces, una, en 1998, estaba en un café lleno de gente, de espaldas hacia la puerta, mirando a la ventana y hablando de nada, como siempre, eso de la economía de palabras no es mi fuerte.
De pronto, sentí algo en la espalda, algo parecido a un escalofrío ~si alguien me lo contara no lo creería, lo pensaría casi casi un recurso literario muy parecido a un lugar común~ y, como reacción automática, me di vuelta... allí venían un par de ojos bellísimos, pegados a una cara y un cuerpo, esos ojos también me vieron. Luego, estuvieron muy cerca, tanto que conocí su color miel y las manchitas verdes y cafés que hacían del suyo un tono indefinible... así pude saber del comportamiento de sus pupilas y reconocer el motivo que las llevaba a dilatarse.
Los ojos y yo estuvimos juntos poco tiempo, en algún punto de la vida me cerré para ellos o se cerraron para mí, si fui yo quien se cerró seguro lo hice para que los míos no se secaran de tanto verlos. Recuerdo algunas veces al año a esos ojos, me quedo a oscuras y evoco su imagen aunque ya no logre definir la cara o el cuerpo, me he enamorado de pocos ojos y, éstos, son a los que más recuerdo... ¿o extraño?

1 comentario:

Anónimo dijo...

jeje, éste también es lindo :)